Cardumen de obsolescencia
Cardumen de obsolescencia,
manos que lo envuelven todo,
rotonda de las bestias adornadas con satín,
muros de agua
resquebrajándose entre las uñas,
mi vocación es degradar la memoria
en la penumbra,
llegar siempre tarde
a cualquier instante.
Vacío de sentido, curtido en soledad
cercado por un dolor remoto,
soy una marejada de culpas sin razón
inhibidor de la risa temprana
articulador de causas perdidas
manifiesto de un amor discapacitado
con los miembros recogidos
y el espinazo curvo
bosquejo de miradas ausentes
y distantes
se estrellan en mi abyecto
deseo de morder y hacer daño,
para beberme tu sangre caliente
tras la mortal estocada.
Observo mi reflejo en palabras quietas
y me pregunto si acaso
no me habré convertido en un farsante,
un embustero que disfraza su vanidad
en los harapos de la fe,
payaso de ocasión marcado
por el desencanto y la traición,
buscando la salida de emergencia
mientras ruedan las piedras
en el acantilado,
el cenit esconde sus secretos
en el horizonte,
la medianoche es un cuchillo
que corta por dentro.
Escribiré una elegía para eludir a mis captores
escribiré para aferrarme a la vida
y maniatar a la muerte que pretende seducirme
con su voz de uva fermentada.
Brota la ternura de un bosque pétreo
de luz artificial
para recordar que el amor florece en la tiniebla
anhelos infantiles que se bastan a sí mismos
para modelar su felicidad en las yemas de un árbol,
arar los campos con la firme convicción
de que el aire que respiro está aún por nacer,
cobijado de esperanza,
contracción boreal que emana de mis ojos
para inundar el alma.
::.
Publicado el 24 marzo, 2013 en Poemas. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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