Todos somos Palestina
El genocidio en Gaza y Cisjordania cometido por Israel en contra el pueblo palestino, no es sino metáfora del mundo actual. El exterminio sistemático contra niños, mujeres, hombres, ancianos, los bombardeos contra campos de refugiados y hospitales, no son sino la expresión más carnicera y brutal de ese otro exterminio que sufren actualmente los pueblos del mundo. Sus muertos son también nuestros muertos. La tragedia del pueblo palestino condensa toda la maldad que se ha apoderado del mundo, un mundo donde los grandes mercaderes de la muerte hacen negocio para vivir aislados en sus fortalezas, acumulando riquezas a costa del sufrimiento de otros, de países devastados por el capitalismo depredador y caníbal que promueven desde la prensa corporativa y canalla. Ese es el mundo creado por sinvergüenzas, quienes en nombre del libre mercado han condenado a millones a vivir en prisiones y campos de concentración, incluyendo países con gobiernos títeres, empleados de los grandes banqueros y su monstruosa ambición. Hoy, no hay diferencia significativa entre ser palestino o ser migrante, gente pobre huyendo de países devastados por el saqueo de las grandes corporaciones y su brazo armado, el Estado burgués, con Ejércitos enteros al servicio no de los intereses nacionales, sino al servicio de la superélite globalista que controla los mercados financieros, ese grupúsculo de canallas desalmados que pretenden mantener el control del mundo, lavándole el cerebro a la gente con la mierda consumista que promueven en la tele, esa inmensa cloaca y su mar de mentiras, desde donde se lanzan grandes bombas de confusión, propagadas por sicarios de la infamia, siempre dispuestos a llenarse los bolsillos vomitando mentiras disfrazadas de verdad, para engañar a los ingenuos que permanecen recluidos en la prisión de su propia mente, con el alma seca, consumida por el exceso, la ambición, la vanidad. Ahí están los resultados del mundo que han creado, un mundo lleno de violencia, un mundo con pandemias de depresión y ansiedad, con millones de adictos al azúcar y el veneno, el lujo y el exceso como sustitutos de la felicidad, ahí están los estadounidenses en las calles, cayendo en el letargo de los zombis, víctimas del fentanilo, para tratar de sobrellevar esa realidad terrible que duele y asfixia, mientras sus políticos imbéciles utilizan eso mismo como coartada para continuar con el negocio de la guerra y la devastación por doquier. Ahí está la gente del mundo, explotada, humillada, herida, enojada, sin importar su nacionalidad, esa misma gente que hoy puebla las calles del mundo para detener el genocidio atroz, ese que pretenden vendernos, otra vez, como guerra contra el terrorismo, aún cuando en este mundo no hay nada más terrorífico que la ambición desmedida de los más ricos. Todos nosotros, gente del mundo, los de abajo, los que vivimos al día, de nuestro trabajo, los que pagamos alquiler, a quienes se nos ha cancelado cualquier posibilidad de futuro, a quienes se nos ha condenado a vivir en un mundo sin esperanza, todos nosotros somos también palestinos, y por eso hoy salimos a tomar las calles, sabedores de que su lucha es también nuestra lucha: la batalla contra el exterminio sistemático de la gente pobre. Aquí estamos pueblos del mundo, dando la lucha contra la infamia, contra liberales, nazis, fascistas y sionistas, que al final son lo mismo: defensores a ultranza del despojo disfrazado de propiedad privada, ese puñado de oligarcas que se sienten dueños del mundo, aquí estamos hoy, la gente verdaderamente libre, luchando contra la inmundicia que nos han dejado, librando la batalla contra el odio asesino que promueven desde la comodidad de sus mansiones y sus yates, desde sus aviones privados, sus canales de televisión y sus campos de golf, regados con la sangre de los pobres. Aquí estamos pueblo de Palestina, dando la batalla de Sur a Norte, de Este a Oeste, en México y América Latina, desde África, Asia, Oceanía, pero también desde Norteamérica y Europa, donde la gente consciente ha tomado las calles a pesar de las mentiras y la manipulación promovida por gobiernos títere y sus amos, los grandes capitales. Pueblos del mundo, defendamos la justicia social contra la oscuridad caníbal que pretende imponernos esta élite genocida y abyecta, devoradora de niños inocentes, esa élite viciosa que edifica palacios construidos con el abuso y la opresión de los que menos tienen. ¡Que caiga ahora y para siempre el imperio de la enajenación y la opulencia, el imperio del odio y la explotación carnicera! Hoy les decimos desde aquí, fuerte y claro, a los promotores del exterminio: ¡detengan el genocidio en Palestina y asuman las consecuencias de sus actos! Podrán ustedes creerse sus propias mentiras para sentir un momentáneo alivio de culpa, pero créanos cuando les decimos desde aquí, que la mancha histórica que han dejado, pintando ciudades y países enteros con la sangre de inocentes, es indeleble y los perseguirá a donde quiera que vayan, hasta el fin de sus días. ¡Viva Palestina libre! Nos toca hoy sembrar la semilla de esperanza para que resurja un nuevo mundo desde ciudades convertidas en escombros tras los bombardeos, desde la trinchera de la calle, desde la más espesa oscuridad, desde la podredumbre de estos tiempos con hedor a muerte y obsolescencia. Pueblos del mundo, tomemos las calles, porque hoy todos somos palestinos, sus dolores son nuestros dolores, su lucha es también nuestra lucha. Hermano, hermana, siente los latidos de tu corazón, porque ahí donde está lo que duele está también lo que habrá de salvarnos de la enfermedad del mundo. Levanta tu corazón y grita fuerte, porque el amor a los demás es y será la clave para vencer a los que odian. ¡Hasta la victoria siempre! Ama, vive, lucha. Porque solo quien ama vuela. Y porque hoy, todos somos Palestina. ::. ¡Alto al genocidio! ¡Alto al genocidio! Ciudad de México, 5 de noviembre de 2023
Publicado el 5 noviembre, 2023 en Poemas. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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