La furia encarnada

“…era como ver la furia de la humanidad encarnada“

Mikasa Ackerman

::.

Tengo la boca morada

y una arritmia

en este corazón

dilatado de embriaguez,

medicina que mitiga

la crueldad del mundo

y su cuchillo ensangrentado

persiguiéndonos

por estrechos callejones,

empedrados y desiertos,

tapizados de cadáveres

horrorizados por la risa

descarnada de los monstruos

acechando a su presa,

presumiendo su afilada

dentadura,

su indiferencia victimaria

que desgarrará el lamento

inútil de los dioses sordos

con sus enaguas de cuerpos

desollados

y rostros deformados por

el ácido…

¡oh dolor!

¡oh ruina perfumado de miseria!

¿cuándo se detendrán los

misioneros de la muerte?

¿cuando escampará el

tiempo de la ira?

doloridos fantasmas

diambulan entre los escombros

del presente

y pueblan la noche

de recuerdos carmesí

con la esperanza desnuda,

vulnerable,

una herida que sangra

con la magra esperanza

de drenar el dolor,

sin saber cómo,

y llevar el alma expuesta,

fatigada por el yermo

transcurrir de las estaciones,

nubes inyectadas con plomo

impregnan el cielo

como un oscuro presagio,

luz extraviada en la penumbra

del tiempo marchito,

hojarasca triste cubriendo

el suelo con su velo marrón

y sus ganas de llorar

el exilio, la soledad,

la amargura crónica

que nos va secando el corazón

y nos exhibe como lo que somos:

un puñado de carne huyendo

del dolor,

el brillante filo de tus ojos

que cortan

las entrañas como mantequilla,

una tormenta furibunda

que crece hasta arrasarlo todo

tierra adentro,

una tempestad de ojos esquivos,

un exilio forzado

donde reina el desamor

y las ganas de matarse

para silenciar esta locura

que muerde

y quema desde dentro,

la angustia de estar solo,

y escribir desde el olvido,

desde los muros de tu silencio,

desde la asfixia de este

mundo cruel y sanguinario

que nos mutila las piernas,

desde la inmensidad que

nos aplasta con un solo grito,

un frágil murmullo

que se propaga

como el viento entre los árboles,

un río de velas encendidas,

una lumbre negra se extiende

en los gemidos del bosque,

un mortero de ramas con espinas,

quiero sacarme los ojos

con una aguja,

suturarme la boca y el tacto,

dormir en una suave cama

de flores y ceniza

para que mis huesos echen raíces

y encuentren el camino

de regreso al

tuétano subterráneo

donde yacen

nuestros ancestros,

y se evapore el odio

con el tierno abrazo

de la muerte.

::.

* Nota al pie: el ‘diambulan‘ es intencional por la sencilla razón de que no me gusta lo poco natural y fonéticamente ojete que suena la palabra ‘deambular‘. Nomás por si andaban con el pendiente. Por su atención gracias.

Acerca de manuelhborbolla

Poeta, filósofo y periodista, egresado de la UNAM. Creo que es posible transformar el mundo a través de la poesía.

Publicado el 1 octubre, 2013 en Poemas. Añade a favoritos el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. Manolete, genial lírica!! Saludos mi hermano. Luego te comparto mis escritos. Creo que crearé otro blog ex profeso para ello, porque no tienen cabida en el bolg deportivo. Saludos.

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    • que ondas señor sotelo, un gusto saludarte por estos rincones del ciberespacio… pos tú escribe lo que te venga en gana sin importar que sea futbol americano, poemas, reseñas de cine, manual de primeros auxilios o lo que caiga… yo así le hago aquí en el blog y me siento como en casa… cuándo se arma la reunión de los exRecords? abrazo!!

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