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Entender la guerra en Siria, la derrota del neoliberalismo y el nuevo orden mundial

Proyectos de infraestructura, descontento social, potencias metidas de lleno en el ajedrez geopolítico en una región harto volátil, conflictos étnico-religiosos. Entender lo que ocurre en Siria no es algo sencillo. La realidad es más compleja de lo que parece. Aquí algunos videos para tratar de entender un fenómeno sumamente complejo que ha sido el epicentro de una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, con el papel protagónico de China, un conflicto que tiene como trasfondo la derrota del neoliberalismo con la llegada de Donald Trump y el ascenso de la ultraderecha en Europa.

Lo que ocurre en Siria es consecuencia de un mapa geopolítico en transformación, donde la reedición de la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, tiene hoy a China como un tercero en disputa a la hora de inclinar la balanza. Pero no sólo eso, ya que tanto el Brexit como el triunfo de Trump marcan la derrota del neoliberalismo frente el ascenso de una derecha autoritaria y populachera de tintes fascistas, no sólo en Estados Unidos, sino también en Francia con LePen y Alemania con PGIDA, países donde habrá elecciones en 2017 y donde la ultraderecha puede ser la gran triunfadora en Europa ante la crisis de refugiados y la violencia yijadista impulsada desde Medio Oriente.

Vaya encrucijada que vive el mundo el día de hoy. Pareciera que el escenario va perfilándose poco a poco para una nueva guerra mundial de grandes proporciones. Pero por extraño que parezca, quizá la llegada de Trump podría darle un respiro a las tensiones entre las potencias, escenario en el que Putin figura como el gran vencedor y el personaje más poderoso del planeta. Aquí una serie de materiales para una reflexión profunda sobre la guerra en Siria y el nuevo orden mundial.

El horror de Paris: viernes sangriento en la guerra entre Occidente y el mundo árabe

Los últimos reportes apuntan más de 120 muertos en los ocho atentados simultáneos que sufrió Paris, un par de días después de que un ataque de las fuerzas estadounidense contra el Estado Islámico en Siria supuestamente mató al verdugo de dicha organización, conocido como John el Yihadista. El otro antecedente inmediato es la caída de un avión comercial ruso en Egipto y las especulaciones sobre una posible bomba en el portaequipajes de la aeronave, con un saldo de 224 civiles muertos. Esto sin contar con el atentado que dejó más de 40 muertos en Beirut, capital de Líbano.

«Sabemos quienes son», afirmó el primer ministro François Hollande, sin dar más detalles tras declarar estado de emergencia en Francia. Uno de los capítulos más sangrientos en la cruzada de Occidente contra el mundo árabe. Primero fue Al Qaeda, ahora el Estado Islámico. ¿Cuántos inocentes más, árabes y occidentales, tendrán que morir en esta guerra imbécil? ¿Cuánto tiempo pasará para que las potencias occidentales dejen de pugnar por el control de Medio Oriente? ¿Cuánto tiempo pasará para que los extremistas musulmanes cuelguen las armas? Al igual que el 11 de septiembre, los atentados de hoy muy probablemente serán utilizados como justificación para intervenir militarmente en Siria. ¿Será este el detonante de un conflicto bélico mayor o un atentado más en esta interminable carnicería humana? ¿Qué repercusiones tendrá esto en el delicado rompecabezas geopolítico donde Rusia y Occidente parecen cada vez más enfrentados por el control de Medio Oriente? El tiempo lo dirá.


II.

Luego de ver las reacciones a los atentados y la manera en que integrantes del Estado Islámico convocan a seguir sembrando el terror en Francia y sus aliados, en respuesta a los bombardeos en Siria, uno se queda pensando. Ahí están las consecuencias de casi un siglo de colonialismo occidental tras la caída del Imperio Turco Otomano. La manera en que las potencias colonialistas occidentales han metido mano en Medio Oriente para sacar beneficio a costa del sufrimiento de millones, de repente explota y se sale de control. Estos integrantes del Estado Islámico (EI) cegados por la ira y el anhelo de venganza, están muy lejos de sentarse a negociar en busca de una salida al conflicto bélico que envuelve a toda la región. Europa no es ajena a la manera en que se han pulverizado, fragmentado y exprimido países enteros en el mundo árabe para satisfacer los intereses económicos de las potencias colonialistas y su sed de petróleo. Un conflicto que adquirió una nueva dimensión tras la creación del Estado de Israel y los muchos conflictos étnico-religiosos derivados de ese hecho. La fuerza de los grupos yihadistas no es de a gratis. Casi un siglo de alimentar rencores se termina desbordando, tarde o temprano. Sí no es así, ¿cómo explicar las muchas personas que viajan desde Europa para integrarse a las filas del EI? La cruzada promovida por Bush en Iraq y la invasión estadounidense en aquel país tras el 11-S, generó un clima de desestabilización en toda la región que sigue hasta nuestros días y se ve lejos de llegar a buen puerto. Y como ocurre siempre tanto en París como en Mosul, Beirut o en todo Siria, los más pobres y los sectores más vulnerables siempre terminan sacando la peor parte.

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Disertación sobre el periodismo contemporáneo a raíz de mi visita a la World Press Photo 2013

Cada año me decepciona más la World Press Photo. Se ha vuelto monotemática. El dolor humano en el Medio Oriente y sus alrededores. Algunas prostitutas y una que otra tragedia espantosa como la señora y la hija sin cara porque el marido decidió echarle ácido en el rostro, complementan la exposición. Hasta las de deportes tienen ya un aire trágico. De no ser por los pingüinos emperador, cortesía de National Geographic, y una que otra foto por ahí, uno bien podría pasar de largo la exposición. Recuerdo la primera vez que asistí a una World Press Photo en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México por ahí de 2008. Una foto alucinante de Marylin Manson en un autobús de escuela junto a varios morros, era una de las primeras imágenes de la muestra. Más adelante, el detalle de una fotografía del presidente ruso Vladimir Putin resaltaba del resto. La amplia gama de historias me cautivó. Pero la variedad de temas ha ido decreciendo. Ahora hay pocas imágenes que nos hagan imaginar que otro mundo ajeno al sufrimiento vil es posible. Las fotografías describen puntualmente la miseria humana, pero ahondan poco en las causas que han generado ese dolor.

Eso lo lleva a uno a cuestionar el papel que juega actualmente la prensa a nivel global. Con esto, no quiero decir que la labor de los fotorreporteros que arriesgaron sus vidas para documentar la catástrofe no sea digna de reconocimiento. Todo lo contrario. Sin embargo, ya no es suficiente enunciar la perdición del mundo. El periodismo tiene el deber ético y moral de buscar alternativas de futuro para este mundo enfermo de todos contra todos. Mientras no le demos vuelo a las historias de las personas capaces de transformar esta realidad viciosa seguiremos padeciendo ese dolor victimario que desborda los diarios del planeta. Tal pareciera que el dolor es la única narrativa posible en este mundo. Echarnos limón en una herida que nunca cierra. ¡Qué bonita profesión la que hemos escogido nosotros los periodistas!

El mundo, al ser una correlación de significados (como bien sugiere Wittgenstein en su famoso Tractatus Logico-Philosophicus) puede transformarse a partir de un cambio profundo radical en el discurso hegemónico. Los periodistas y los medios solemos dar muchas cosas por hecho cosas que no necesariamente son ciertas. ¿El crecimiento macroeconómico es sinónimo de bienestar? No necesariamente. Y sin embargo, los diarios lo dan por hecho, como si se tratara de una verdad irrefutable. Estamos atrapados en el discurso de un proyecto civilizatorio en crisis. Y mientras la prensa se limite a describir la fatalidad del mundo, apegada a los intereses financieros de los grandes capos de la información, el mundo seguirá jodido tal como está ahora. Hay que anunciar el advenimiento de ese nuevo mundo que está gestándose en algunos rincones del planeta y que los diarios no voltean a ver. De ahí la importancia de que los medios, como escenario donde se libra el debate público en estos tiempos hipermodernos, rompa con los viejos paradigmas para construir un nuevo modelo informativo. La objetividad inspirada en la ciencias formales ya no satisface por sí misma las necesidades de la gente. Algo que parece confirmar la explosión de las redes sociales. El periodismo debe transformarse para poder transformar al mundo.

Y mientras ponemos de nuestra parte para hacer que esto ocurra, la única fotografía de la World Press Photo 2013 que me arrebató el aliento, en la lente del fotógrafo Paul Nicklen.

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